Capítulo 2 de Una vida sin ti

3 de abril de 2000

Estoy sentada en mi cama reviviendo recuerdos alegres y dolorosos a la vez, me duele el alma, es una opresión en el pecho tan fuerte, que nada me la puede quitar. Han transcurrido 3 días, 8 horas y 30 minutos desde la muerte de mi padre.

Mis lágrimas se escapan como ríos de mis ojos, siento un gran vacío en mi corazón, todavía tengo la esperanza de que entre por la puerta de mi cuarto a decirme que la cena esta lista. No siento resignación. Mucha gente dice que cuando te toca no hay nada que hacer, pero me repito una y otra vez, que no era el momento de papá, si tan solo hubiera insistido mas para que fuera al médico, nada de esto estaría pasando.

¿Por qué dios será tan injusto? Hay demasiada gente en el mundo, que es malvada, que asesina, que secuestra, pero no les sucede nada, andan contentos por el mundo, en cambio mi padre, que era una persona agradable, un esposo amoroso y un padre ejemplar, se fue.

No quiero salir nunca más de aquí, me siento horrible. Pero sé que no puedo estar lamentándome para siempre.

Guardo las fotografías que atesorare por siempre y tomo mi mochila.

Me dirijo al cuarto de mi madre, se que está destrozada al perder al amor de su vida. Pero sabe tan bien como yo que nos tenemos que levantar y seguir adelante, solo que aun no se siente lista para hacerlo. Desearía poder quedarme con ella, pero estoy por concluir la escuela y mi papá no querría verme abajo.

-Me voy a la escuela mamá. Nos vemos cuando regrese. Yo preparare la comida y la cena, tú quédate aquí y descansa, ¿vale?

Sus ojos se empañan de lágrimas al verme.

-Eres una gran hija Alex. –Su susurro es apenas audible.

-Y tú eres una gran madre.

Salgo de su habitación y tomo una profunda respiración.

-Tienes que ser fuertes por ambas, Alexandra. Por eso eres una Barrasco.

Una vez que llego a la escuela, aparco el coche y salgo.

Quiero llegar lo más rápido posible al salón, porque no aguanto las miradas de compasión en la cara de los maestros, no quiero que sea así, quiero ser como siempre, invisible.

Pero cuando entro al salón, no es como lo esperaba, Roxana estaba con su típico grupo de chicas bonitas pero tontas, estaban algunos chicos también, entre ellos estaba Rodrigo, obviamente tenía que estar, ya que era el chico de Roxana. Estoy a punto de regresar cuando la voz de Roxana me detiene.

-Oye perdedora, supe que tu papi murió. Es una pena.

No esperaba esa clase de comentario, pero no me confió de ella, se que viene algo después.

-Adivinen que chicos, mi papi y yo iremos a Las Vegas este fin de semana.  ¿No sales con tus padres, Alexandra? Oh, no lo recordaba, tu padre está muerto. –Termino con una risilla.

¿Por qué es tan mala conmigo? Nunca le he hecho nada, excepto la bofetada que le di el año pasado, de la cual se habló mucho.

Lagrimas corren por mis mejillas al ver como se burla de mi padre.

-¡Es suficiente Roxana! –Le grita Rodrigo. –Por que no me había dado cuenta de la clase de persona que eres, no tienes cerebro. Te gusta molestar a la gente, eres estúpida. No voy a permitir que sigas haciendo este tipo de cosas. –Cuando termina de decir esto, se levanta y viene junto a mí y me toma del brazo.

-¡Rodrigo! ¿Cómo te atreves a decirme eso? ¡Eres mi novio!

-No lo soy más.

-No puedes dejarme botada… no por esa nerd.

-Vete al demonio.

Cuando estamos a una distancia considerable, suelta mi brazo y me gira hacia él, esperaba que preguntara si estaba bien, pero en cambio, me dio un gran abrazo.

-Siento que hayas pasado por todo eso, te juro que no sucederá de nuevo.

-Y-yo… gracias.

-No tienes por qué agradecérmelo, soy tu amigo. ¿Dónde están tus amigos?

-E-esto, no tengo amigos…

Parecía confundido al principio, pero después recompuso su cara, he estado enamorada de él desde el día que lo vi, como la mayoría de las chicas de la escuela. Pero nunca creí que me iba a voltear a ver.

-Yo soy tu amigo, ahora. Siento mucho lo de tu padre, dile a tu madre que yo y toda mi familia le manda un sentido pésame.

-Muchas g-gracias. –Ese vacío había regresado a mí. Mis lágrimas se deslizaron por mis mejillas al recordar a mi padre.

Rodrigo tomó mi mentón en su mano y alza mi rostro al suyo.

-No quiero verte llorar nunca más, yo estaré aquí para ti, para que te apoyes en mí.

-¿T-tu quieres ser mi amigo? –su proximidad me afecta de una manera gigantesca, nunca me han besado, y tengo el presentimiento que esta será la primera vez.

-No… -Susurra él acercándose a mis labios.

-Quiero ser mucho más que eso…