Capítulo 3 de "Una Vida sin ti"

24 de diciembre de 2000

Me duele la cabeza, tengo mucho sueño y quiero dejar de llorar pero no puedo, son las tres de la madrugada del veinticuatro de diciembre, tan solo con pensar que será la primera navidad sin mi padre, me dan mucho más ganas de llorar.

Pero sé que él quisiera que fuéramos felices en estas fiestas tan hermosas.

Recuerdo lo que me dijo mi madre hace unos meses; tenemos que ser felices por tu padre, Alexandra. Aunque nos cause mucha pena pensar que no regresará, tenemos que seguir adelante, y saber que él nos cuida desde donde está.

Mi madre tenía razón, antes de la muerte de mi papá, y antes de conocer a Rodrigo yo no creía en la fe.

Rodrigo es un chico espiritual, me regaló un rosario con una rosa blanca en nuestro primer aniversario. Estoy tan enamorada de él. Me complementa en todo, con él siento esa conexión que no tengo con nadie más.

Dejo de llorar y tomo el teléfono.

Después de dos tonos él contesta.

-¿Hola? –Su voz suena adormilada, y siento pena por haberlo despertado.

-Siento haberte despertado –Le digo con lagrimas de nuevo en mis ojos.

-Amor, eres tú. Por supuesto que no debes sentirlo, que bueno que llamas… ¿sucede algo?

-Yo… te amo.

Nunca nos habíamos dicho esas palabras, pero quería dejarlo ir, aunque sabía que no era el medio adecuado para hacerlo, no podía más.

Por un momento el no dijo nada. Hasta que susurró algo apenas susceptible, pero estoy segura de que escuche perfectamente.

-… No sé si soy digno de tu amor.

-¿Que dices?

-Eres lo mejor que me ha pasado Alexandra.

-Si… me tengo que ir. –Le dije abruptamente y colgué. No me había dicho que me amaba, pero tal vez no estaba preparado aun para decirlo en voz alta. O tal vez… no me amaba.

Deje que ese pensamiento tocara fondo en mi, y mis lagrimas vinieron de nuevo.

Cuando menos me lo esperaba caí dormida en un sueño profundo, del cual nadie podría salvarme. Mi padre estaba en el.